Le pasó a un amigo:
Esta madrugada me subí al bus para ir al trabajo. Me senté en el último asiento y junto a mi se sentó un hombre gordo y de espalda muy ancha que me hacía ver muy pequeño.
Era incómodo estar sentado allí y un par de estaciones mas adelante me moví tratando de ajustarme a mi incomodidad. El hombre se voltea y me dice:
— ¿Señor, esta muy incomodo?
— Un poquito, le respondo
— ¿Quiere que me pare? Contesta
— Pues solo si usted quiere, le digo
Y sin mediar palabra se para y se mantuvo así frente a su asiento vacío durante 40 minutos.
Lo ignore y me puse a leer el libro «Obediencia inmediata: La aventura de estar en sintonía con Dios» del pastor Rod Loy*. Estaba en un capítulo donde decía que «Cuando Dios abre una puerta, generalmente la confirma con algún mensaje que la corrobora: su Palabra, impresiones, las afirmaciones de los demás, o algo parecido a eso.»
Antes de bajarme, cerré el libro y el señor, que seguía parado, hablaba por teléfono con un amigo e instantes antes de bajarme, el hombre termina la conversación diciendo: “Ud esta es para servir. La ley divina hay que cumplirla. Nada saca con predicar y no dar ejemplo. Es como el pastor que se roba los diezmos. No da ejemplo.”
Yo me baje, mas que pensando en lo que había hecho el hombre, en sus palabras o en lo que estaba leyendo, meditaba en lo que estaría pensando Dios de mi. Más allá de su misericordia, inmenso amor, generosidad y bondad. Solo veía su expresión mirándome en silencio y esbozando una sonrisa: “—Ay hijo mío”
Me parecio oir al fondo esa canción que dice «te daré lo mejor de mi vida, mi obediencia es mi …» como habla 1 Samuel 15:22
Eso le pasó a mi amigo.
#obedienciainmediataaDios
#pDhh
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** Cancion https://youtu.be/aYbqdTXadqM